ENFOQUE
Sobre la (in)seguridad ciudadana (II)
La inseguridad ciudadana genera ansiedad y afecta la productividad individual y colectiva, así como aumenta la desconfianza generalizada en los demás y en las instituciones. Genera un costo social, perturba el desarrollo, desincentiva las inversiones e impide la plena vigencia de los derechos humanos. Por otro lado, convertirse en un delincuente puede ser atractivo para muchos jóvenes que viven en la marginalidad y el delito desde épocas infantiles.
La seguridad ciudadana es un fenómeno social complejo y multicausal, y supone un proceso de largo plazo. Debe diseñarse e implementar un mejor proceso de gestión, moderno, inteligente y ético. Los objetivos del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana consideran importante fortalecer a la Policía Nacional. Se hace fundamental una gestión en evaluación, capacitación, premios a los más calificados y decentes (meritocracia) y separación de malos elementos previo proceso de investigación.
Mejorar el sistema de administración de justicia (combatir la burocracia, los papeleos innecesarios, la lentitud en los procesos, la corrupción reinante, así como modernizar los sistemas de trabajo y revisar algunos códigos errados); establecer programas de resocialización para jóvenes de la calle y un trabajo más eficiente con los equipos de serenazgo, policías y las municipalidades.
Como dato, Lima Metropolitana cuenta con un policía por casi cada 1,000 habitantes. Mientras que el distrito de San Isidro cuenta con la mayor presencia policial al contar con un policía por cada 250 personas, en distritos como San Martín de Porres y Santa Anita la brecha es aún más significativa con 2,089 y 2,748 habitantes por policía, respectivamente.
Existe una suerte de orfandad policial en muchas calles de Lima, de las que se aprovecha el delincuente. Falta una rápida respuesta policial y un mejor trabajo de inteligencia para combatir las mafias organizadas que tanto daño hacen a la sociedad. Se hace urgente un liderazgo político y presupuestos suficientes para los trabajos de investigación policial.
También pedimos que los medios den una justa y seria cobertura de los delitos sin aprovechar el sensacionalismo y el morbo para atraer audiencias, con el riesgo de desensibilizar a la gente hacia la violencia y la consiguiente paulatina normalización del delito y la corrupción.
Erradicar la pobreza, y promover el empleo y la educación, son los ejes que deben ser pensados también como formas de disminuir la delincuencia y la criminalidad. Si no se combaten estos problemas, el panorama se vuelve desalentador y de temer.
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