lunes, 14 de abril de 2014

Un plan de trabajo concreto o promesas y derechos abstractos

Por: Julian Licastro

Un plan de trabajo concreto o promesas y derechos abstractos


Democracia y Estado a la luz del paradigma del trabajo
Analizando la irrupción de lo nuevo y su verdadero significado, en la esperanza de contar con un proyecto transformador de la realidad, no nos conformamos con planteos que son viejos antes de nacer. El escepticismo o el fatalismo no encarnan actitudes constructivas, porque se reducen al subsistir individual, abandonado los ideales históricos que justifican la vida comunitaria. Estos ideales son los que debemos retomar dando sentido a la existencia colectiva, pendiente aún de desarrollar las cualidades y potencialidades singulares de nuestra plena identidad.

Estamos en una transición que es factible transitar correctamente, si comprendemos que lo “nuevo” no sólo aquello que parece serlo en la proximidad de un cambio de gobierno, sino una fuerza creciente que trasunta capacidad resolutiva y construye la organización imprescindible para un ciclo completo de realizaciones. Representa así un “poder de movimiento” en el cual resulta posible creer sin ingenuidad y participar con la impronta del trabajo, para revalorizar los conceptos tradicionales de Democracia y Estado.

Esta actualización de contenidos y procedimientos debe verificarse en los programas de las distintas fuerzas partidarias, considerando que las necesidades y aspiraciones populares, enmarcadas en la demanda básica de equidad y justicia, no se satisfacen recitando los preceptos constitucionales y la teoría del “contrato social”, pues exigen perentoriamente su implementación práctica y metódica.

Las doctrinas políticas, actualizadas en el “qué” y el “cómo” del hacer cotidiano, no pueden concretarse por el discurso retórico de nadie, ni por la agitación extrema que recusa la comunidad. Ella prefiere las experiencias fecundas orientadas por la persuasión y la humildad como dones gemelos de la buena conducción. Un estilo distante por igual de la indecisión administrativa y del recurso represivo, porque se instala en el centro más originario e inspirador de la “polis”, descripta en un pensamiento clásico siempre vigente.

Si aceptamos que está en juego el ser o no ser de la argentinidad, sepamos que los países no se destruyen, por más fuerte que sea el embate, sino están debilitados en lo interno por la corrupción y la intolerancia. Ni siquiera las intervenciones neocoloniales, ni las ocupaciones de guerra, consiguieron abatir el espíritu de los pueblos con conciencia de su protagonismo. Antes bien, estos desafíos sirvieron de acicate para reafirmarlos en la convicción de su destino, y resurgir con el milagro de su esfuerzo sostenido por sobre los vaivenes políticos.

Salir del retraso sin caer en la reacción

Pese a estas lecciones históricas, otras crisis absurdas, inducidas por la impericia, el divisionismo y la expansión silente de redes sectarias y dolosas, incuban el riesgo de un enfrentamiento autodestructivo. Estas recaídas, que nos caracterizan negativamente en la opinión mundial, no pueden explicarse con consignas “ideológicas” que asumen la misión imposible de dar sentido a algo que no lo tiene, especialmente cuando es menester cumplir la etapa institucional y de desarrollo del país. Nuestra tarea es ésta y se inscribe claramente en el legado de un liderazgo incomparable, al exhortarnos al trabajo productivo y al dominio de la tecnología como núcleo de la liberación.

Por lo tanto, ni los relatos engañosos, ni las promesas vacías, ni la pretensión de desoir las manifestaciones genuinas de protesta y propuesta (que deben ir unidas) disminuirá la energía de las reivindicaciones mayoritarias que no se limitan a la tensión gremial. Ellas expresan motivaciones de política general, no en el sentido malicioso de un afán destituyente, sino en el reclamo de una gran concertación social. Porque concertar es debatir pluralmente los principales ejes de las políticas de Estado, forjando un compromiso institucional de las organizaciones y no una componenda de dirigentes.

La descomposición y vaciamiento de las viejas estructuras y la extinción de los “modelos” esquemáticos, destacan la importancia de recuperar la iniciativa en la participación civil, el desarrollo productivo y el progreso social, que no pueden funcionar sin un Plan de trabajo concreto. Diseño paralelo al armado orgánico y técnico referido a un nuevo ciclo que supere lo coyuntural, para adquirir alcance estratégico, y fortalecer los ámbitos locales y regionales descuidados por un centralismo extemporáneo e inútil.

El soporte activo de esta iniciativa urgente, que no puede posponerse pasivamente al calendario electoral, que sigue su propio curso, abarca una amplia reserva de cuadros políticos, sociales y técnicos, de inserción pública y privada, cuya vocación nacional trasciende la puja irracional de los compartimentos estancos. Porque el mundo contemporáneo del trabajo cruza las viejas fronteras entre obreros y empleados, gremios rurales o urbanos, empresas grandes o pequeñas, personal dependiente o jerárquico; y necesita ampliar su perspectiva de “unidad en la acción”, para neutralizar el arbitrio de las corporaciones y los efectos asimétricos de la globalización.

En consecuencia, hay un enorme esfuerzo a realizar en el frente interno, para restaurar un relacionamiento que se llama convivencia; y que empieza en reconocer la “alteridad”, donde cada uno es parte del otro aunque piense diferente. Una evolución real donde el imperio de la ley es producto y expresión de una comunidad bicentenaria, con normas superiores para garantizar el diálogo y la equidad entre todos los espacios sociales, económicos y políticos constituidos legítimamente.

Plan de trabajo con voluntad política y voluntad técnica

El plan de trabajo es el marco que contiene y orienta la libertad de acción de quienes quieren hacer, rechazando la rutina desganada del “no se puede”, que sólo presenta la vía muerta del individualismo indiferente y la distracción mediática. Tácticas caducas que ofrecen poca resistencia a la prédica de la militancia, cuando ésta tiene formación y capacidad de organizar. Ella acepta, sin duda, una situación de transición, a condición de clarificar los objetivos que, de menor a mayor, vayan adquiriendo más impulso y peso decisivo. Porque un plan tiene etapas definidas a cumplir en tiempos calculados y a sostener con recursos transparentes.

Planes, programas y acuerdos generados por el arte fundamental de la planificación, como herramienta estratégica de un sistema integrado de conducción. Sistema actualizado y abierto para evitar intentos dinásticos, endosos de votos y feudalismos anacrónicos y así poder constituir la democracia del siglo XXI. En ella sólo son superfluos los “amiguismos” complacientes y los “sabios ignorantes” que hoy obstaculizan el acceso inteligente al porvenir, ya que no se trata de cambiar una hegemonía por otra, mientras carecemos de una política exterior coherente y de una defensa nacional razonable.

En esta perspectiva, el plan confluye con lo mejor de la iniciativa privada y la cooperación social, requiriendo miles de técnicos, profesionales y especialistas imbuídos del espíritu del proyecto nacional, sus objetivos y metas; lo cual abarca una selección de idoneidad para no frustrar posibilidades del crecimiento y desarrollo por los errores de una mala gestión. Luego, la “voluntad política” de la conducción tiene que sumar de modo eficiente la voluntad técnica” y disponer de un equipamiento compatible. En cuanto a lo social, la marcha del Plan convertirá a los trabajadores organizados de factor de presión en factor de poder, modulando el debate, por ejemplo, del Congreso de la República, para dejar de lado el parlamentarismo meramente declamativo y un tiempo legislativo demasiado ocioso.

Democracia de trabajo, Parlamento de trabajo y Plan de trabajo, son tres aspectos de un mismo paradigma al servicio de la comunidad. Porque la mentada desviación “totalitaria” no radica en la función y la dimensión de un Estado eficiente, sino en su instrumentación por parte de un grupo poder. Esta utilización ilegal que degrada la organización jurídica del bien común a simple medio de acumulación económica y política, tiene siempre, con cualquier argumento de derecha o izquierda, la tentación de perpetuarse en un círculo estrecho de complicidad.

Poblar planificadamente y crear trabajo

Dos apotegmas históricos fueron definitorios en la organización del país, más allá de sus diferentes visiones y momentos políticos: “gobernar es poblar” y “gobernar es crear trabajo”. Uno no puede regir sin el otro si se quiere la integración de nuestra vasta y rica dimensión nacional. Sin planificar el desarrollo poblacional, como lo hicimos en el pasado, no hay orden territorial, sino hacinamiento, desarraigo y pobreza. Y sin el incentivo al trabajo, como aquél con el cual logramos pleno empleo, no hay comunidad organizada, porque el trabajo es la fuente de la prosperidad y del vínculo cultural que nos constituye como pueblo.

Poblar exige construir la infraestructura de transporte, comunicaciones, energía y servicios en medio de la cuál florecerán las poblaciones, con un plan maestro de viviendas que significa trabajo creciente, protección del hogar, arraigo vecinal y seguridad preventiva, sacando a los jóvenes del desamparo, las adicciones y la violencia. Un plan de viviendas a gran escala es imprescindible y fácil de ejecutar con una dirección honesta, como lo demostraron, en su nivel respectivo, algunas provincias y varios municipios. Tenemos en nuestro suelo todos los materiales y la mano de obra necesaria; además de la garantía de recuperar el capital por el sistema social de alquiler-venta.

No hay razón alguna para no crear las condiciones generadoras de trabajo digno y en blanco, salvo la explicación por el absurdo de la cautividad electoral de la marginación crónica y los negociados de un asistencialismo que perpetua por generaciones la subcultura de la miseria. Sucede que la persistencia del subdesarrollo, en un país con los recursos del nuestro, no es un problema material sino moral. Esto se advierte al querer gerenciar una empresa rentable y capaz de dar empleo, sufriendo la triple tributación: del impuesto público que se eleva, del impuesto inflacionario que se niega y del impuesto de la corrupción que se oculta. Esta opacidad espanta la inversión; porque el capitalismo prebendario es el único que tiene “seguridad jurídica”, mediante el cohecho consumado en las financieras clandestinas de los personajes venales.

El pragmatismo político no incluye sacrificar la ética pública, ni tampoco caer en la moralina de concentrar en un gobierno los males que padecemos, “juntando” todo en su contra, en vez de “unir” con una propuesta unívoca y superadora. Los argentinos tenemos que reencontrarnos con los valores fundamentales, porque el deber ser y el querer ser se conjugan en el imperativo de una identidad de origen y destino. Con este ánimo hay que preservar y perfeccionar la democracia, para evitar el descontrol del todos contra todos y la justicia por mano propia, ante la ausencia pertinaz del funcionariado.

Por eso, y para no resignar ciudadanía, reafirmemos los principios de la gran política, no la politiquería, como lógica profunda del comportamiento social, para que no resulte incomprensible y así aumente la conflictividad y la violencia. En la Democracia de trabajo, las reivindicaciones no se obtienen graciosamente como dádivas, se conquistan con una lucha firme y pacífica. En este ejercicio de convivencia y respeto mutuo, es preciso completar moralmente cada derecho con un deber y una obligación. Y sobre todo, no retroceder de pueblo organizado a grupos sectarios o mafiosos, que terminan diluyendo los lazos solidarios superiores de la comunidad. [10.4.14]

Estrategias y mercados: 7 tips para ser un empresario exitoso

Por: Heriberto Chullo
Quién no ha soñado en convertirse en un exitoso empresario; realmente, aunque suene a estatus ser empresario, debo decirles que la persona que comience un negocio y asuma parte o la totalidad del riesgo de ese negocio es desde ya, un empresario.
Existen muchos tipos diferentes de empresarios y todos pueden beneficiarse de varios consejos para ser más exitosos de manera personal y en sus negocios. Hoy quiero dejarles 7 consejos importantes para tener el éxito en el bolsillo.
Actitud. Es ahora y siempre actitud positiva y aceptar toda la responsabilidad por los resultados de su negocio. Aceptar la responsabilidad permite al empresario realizar cambios cuando sea necesario y no culpar al personal u otros factores.
Pasión. El deseo de lograr un resultado específico es la motivación real para el éxito; no hay nada más interesante que hacer las cosas con pasión, entregarse de lleno a las acciones que provocarán resultados positivos.
Incomodidad. Todos los empresarios de éxito se caracterizan por ser innovadores, pero al mismo tiempo deben dejar de lado su propio lugar de confort, las ideas nuevas producen en los dueños cierto grado de incomodidad.
Consejos. Los empresarios exitosos son una excelente fuente de consejos, a menudo desaprovechada. Hay que contactarse siempre con empresarios de logros para retroalimentarse con buenos consejos.
Disciplina. Alcanzar un objetivo requiere cierta cantidad de disciplina. Para los empresarios, este factor es especialmente importante. Comenzar y operar un negocio exitoso requiere tiempo, planificación y paciencia. Un empresario es en última instancia el responsable del éxito de su negocio; por lo tanto, debe esperar trabajar más que nadie para asegurar el éxito, especialmente al inicio.
Mejora. Cada oportunidad de negocio debe ser superada por el empresario, tomar como ejemplo el éxito de otro, pero apuntar siempre a superarlo.
Descarta el fracaso. La gente tiende a encontrar aquello en lo que se enfoca. Los dueños de negocios exitosos deben centrarse en el éxito y suponer que el fracaso no es una opción. En verdad, incluso cuando a una empresa le va mal, sólo habrá fracasado si el empresario piensa que es así.
Algo más querido lector, mantente siempre informado, lleva a cabo cada consejo. Ama el dinero, que la ambición no es un mal hábito, desde el punto de vista empresarial.

Terroristas ahora dicen ser víctimas de “persecución”

Por: Heriberto Chullo
El colmo. Los altos mandos de Sendero Luminoso dicen ser ahora víctimas de “persecución política”, por lo que se negaron a declarar en el marco del proceso que se les sigue por haber perpetrado el atentado en la calle Tarata de Miraflores, en 1992.
Según informó la Corte Suprema, Abimael Guzmán Reynoso, Osmán Morote Barrionuevo, Florentino Cerrón Cardoso, Edmundo Cox Beuzeville y Florindo Eleuterio Flores Hala “Artemio”, no respondieron al interrogatorio con el pretexto de que el proceso que se les sigue es parte de una “persecución política”.
Se supo que cada uno de ellos fue interrogado en su oportunidad en los penales donde cumplen condenas por otras causas. En los casos de Guzmán Reynoso y “Artemio” las diligencias se realizaron en la sala de audiencias del Centro de Reclusión de la Base Naval del Callao, donde cumplen condena.
El silencio es un derecho que tienen los procesados como medio de defensa, reconocido por la legislación penal vigente. Es el Segundo Juzgado Penal Nacional el que lleva a cabo este proceso por la presunta participación de los altos mandos de Sendero Luminoso en ese crimen masivo.
 

Cornejo se presenta este 30 de abril en el Congreso


El premier René Cornejo se presentará el próximo miércoles 30 de abril ante la Comisión de Fiscalización del Congreso para responder sobre sus vínculos con la empresa Helios SAC, que tiene negocios con el gobierno y de la cual habría formado parte cuando ya era ministro.
Así lo anunció ayer el titular de este grupo de trabajo, Vicente Zeballos, quien explicó que por motivos de la agenda del titular de la PCM no se le pudo citar para esta semana, como era pensado al interior de Fiscalización.
“Queríamos convocarlo para este miércoles, pero nos dijeron en un primer momento que ese mismo día sería la sesión plenaria de esta semana, y por eso no lo hicimos”, dijo el representante de Solidaridad Nacional.