lunes, 17 de marzo de 2014


Zafarrancho político y vergüenza ajena
Contundente Realidad
Por:Heriberto Chullo
Veamos qué ha pasado el viernes en el Congreso. Nuestra Constitución obliga a los gabinetes ministeriales a acudir al Congreso, dentro de los 30 días de asumida su función, para exponer su plan de gobierno y los congresistas deben otorgarles la confianza, de no hacerlo, todos los ministros tienen que renunciar. Cualquiera pensaría que el criterio de la mayoría de los congresistas les permite votar por darle o no su confianza al gabinete, pero no ha sido así porque 42 congresistas votaron a favor de dársela, 6 por no hacerlo y 73 por “ni fu ni fa” porque se abstuvieron.
Esta votación técnicamente otorga confianza al gabinete porque 42 han votado por dársela y 6 por no hacerlo, los votos por “ni fu ni fa” no cuentan.  Sin embargo, la interpretación política de la votación puede ser que el gabinete no la ha recibido porque solo 42 se la han dado y 79 (6 que se la negaron y 73 que votaron por “ni fu ni fa”) no lo han hecho.  
La Constitución dice que si el Congreso niega la confianza a dos gabinetes, el Presidente (Humala) puede disolverlo y convocar a elecciones para elegir nuevos congresistas. Una  confianza al gabinete otorgada técnicamente y políticamente negada no cuenta para computar las dos negaciones de confianza que se requieren para disolver el Congreso, hecho que aparentemente devuelve al alma al cuerpo a muchos congresistas.
Los ministros de un gabinete que políticamente no ha recibido la confianza que técnicamente sí se ha otorgado, no están obligados a renunciar y si lo hacen pueden formar parte del siguiente. Me guardo los adjetivos. Ni el gabinete ni la clase política merecen un voto de confianza porque su falta de idoneidad está destrozando nuestra oportunidad de salir del subdesarrollo. Tanto nadar para ahogarse en la playa.
Los electores no son responsables por la falta de idoneidad de nuestra clase política, lo son la ley de partidos y el voto obligatorio. Los congresistas, por ser juez y parte, solo a la fuerza harán algo al respecto. El pueblo tiene la palabra.    

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